Economía para filósofos
La economía, para Aristóteles, es la ciencia que se ocupa de la
manera en que se administran unos recursos o el empleo de los recursos
existentes con el fin de satisfacer las necesidades que tienen las personas y
los grupos humanos.
Su objeto de estudio es la
actividad humana y, por tanto, es una ciencia social. Las ciencias sociales se diferencian
de las ciencias puras o naturales en que sus afirmaciones no pueden
refutarse o convalidarse mediante un experimento en laboratorio y, por tanto, usan una diferente
modalidad del método científico.
De aquí su complejidad y alto nivel de incertidumbre, valiéndose de
aproximaciones, o al menos definiendo la tendencia en el comportamiento de las
variables económicas. Por otra parte, el sujeto de estudio es altamente dinámico,
por lo que es arriesgado aventurarse a predecir sus comportamientos con
precisión. Por otra parte, las nociones que derivan de lo que “debe ser” la
economía son propias de la economía normativa y, como tales, no pueden probarse.
La ciencia económica está
siempre justificada por el deseo humano de satisfacer sus propios fines. Este
aspecto de la definición propuesta por Robbins es discutible y probablemente es
el que menos se ha desarrollado en toda la historia del análisis económico salvo, acaso, por la Escuela Austríaca y especialmente para la producción de
otros bienes y servicios. Este concepto de coste, más allá del puro concepto
monetario, es propio de los economistas y se conoce como coste de oportunidad.
Para asignar los recursos debe existir un criterio que permita comenzar a
realizar las pruebas sociales y económicas.
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